137) ¿Cómo sales tras una sesión como esta?
La verdad es que uno sale revuelto. No todas las sesiones son así, por supuesto. Las hay más calmadas, otras más agitadas, otras en las que planea cierta indiferencia… Depende de muchos factores pero principalmente del estado anímico del conductor. No somos máquinas, estamos en múltiples contextos, en diversos grupos con cuyas personas interactuamos constantemente. Si uno viene cansado de casa, por las razones que sean, si uno ha tenido un día cargado de problemas profesionales, si el ambiente laboral en el que en un momento determinado se han agitado las aguas… todas estas y otras muchas circunstancias afectan a tu estado anímico y, consecuentemente se pueden trasladar a la forma de conducir. Son los aspectos transferenciales, son las diversas proyecciones que se depositan en el grupo, son las ansiedades con las que vamos todos los días, las que van formando el estilo personal y diario. Amén de los elementos que provienen de los pacientes.
Tras una sesión grupal uno debe plantearse un montón de cosas. Y por esto la necesidad que señalaba antes de los espacios de reflexión de tarea que, preferiblemente deben ser espacios grupales. Por ejemplo, ¿qué elementos institucionales se han activado en el grupo por mi parte? En el relato grupal que te he brindado, una cuestión que surge casi de inmediato (aunque también en algunos momentos de la sesión) es qué era lo qué de abuso había en mí sobre el grupo. Cuánto abuso institucional estaba actuando sin ser consciente de ello. Las personas no estamos en un vacío social por lo que absorbemos, de forma más o menos consciente, ansiedades y comportamientos asociados a ellas que están en el espacio social e institucional en el que vivimos. Esto es una constante que se evidencia siempre en el trabajo grupal. Cuando uno trabaja en una institución hay un montón de elementos que pertenecen a la institución que se activan, se desplazan sobre los pacientes de la misma forma que cuando en una pareja hay tensiones éstas se desplazan también sobre los hijos. Y no puede ser de otra manera.
Nitsun tiene un trabajo que habla sobre el espejo institucional que es muy ilustrativo. Pero no sólo él. Stanton y Swartz, por ejemplo, ya señalaron que en las instituciones había dos grupos que se influenciaban mutuamente, el de pacientes y el de profesionales; como lo que denominaríamos, «radio macuto» tenía un poder importante en las tensiones que se daban en el contexto asistencial. Y sin ir tan lejos, Grahan, V (1995) señala que a través de la exploración de los diversos aspectos de una institución particular, tanto los que están en formación, como el equipo profesional y los grupos administrativos, reflejan cada uno de ellos sus preocupaciones y ansiedades de forma inconsciente, y ello influye en las relaciones entre grupos y los individuos que los conforman (:130)
Y es que siempre se constata que estamos permanentemente en una compleja matriz de relaciones interpersonales a través de cuyas interdependencias vinculantes viajan las ansiedades, preocupaciones, temores, deseos e ilusiones de todos los que la conformamos. De hecho una institución es un grupo grande y como tal activa y refleja la complejidad de las dinámicas interpersonales activándose, por mor del tamaño, todos aquellos procesos de naturaleza más psicótica que acaban dañando el funcionamiento no sólo de la institución como tal sino la de los individuos que la constituyen
Por otro lado, uno también se pregunta sobre qué ansiedades, llamémosles personales, es decir, no necesariamente institucionales, se activaron en mi contacto con el grupo. Qué ansiedades y qué expectativas. Cuánto había de deseo de lucimiento personal (incluso en la elección de la muestra algo habrá de ello), cuánto de dificultad de conectar quizás con otras ansiedades que podrían estar ahí. Me cuestioné, por ejemplo, si debiera haber estado más callado, más a la expectativa de que fueran ellos los que dirigieran la sesión o hice bien de conectar con lo que conecté y activar lo que creí que debía hacerlo. También me cuestioné sobre las consecuencias de lo que emergió. En este sentido, bueno es pensar que hay más espacios grupales. Que lo que sucede en una sesión no queda aislado sino que se sigue trabajando en las siguientes. Creo que de esto ya he comentado algo. Es decir, hay que aceptar una cierta dosis de humildad sabiendo que el grupo es mucho más poderoso que uno y que las siguientes sesiones servirán para seguir trabajando lo que ahí emergió. Y que saldrán cosas nuevas, diferentes.
Y por esto es muy importante el disponer de espacios de reflexión. Y es que hay un fenómeno básico: de la capacidad que tenemos, amiga mía, de poder reflexionar sobre lo acaecido, de nuestra capacidad de imaginar lo que puede estar sucediendo o va a suceder, de nuestra disposición a aceptar cualquier tipo de pensamiento que nos venga al hacer revisión de lo que sucedió en una sesión, de todo ello depende la siguiente. Dicho de otra manera, nada de lo que sucede en el grupo (estoy pensando en los procesos inconscientes) deja de pasar por la cabeza del conductor. Es más, si algo no pasa por tu cabeza, aunque surgiera en el grupo, no lo verías. Y es que hay una comunicación inconsciente que hace que cuando tu puedes pensar en determinados procesos que se dan en el grupo, cuando puedes pensar en lo que le pasa a tal o a cual persona con sus propias cosas a partir de lo que ves que le sucede en el grupo, cuando pasa esto esta persona te sorprenderá en la próxima sesión trayendo ideas y actitudes que son justo las que has podido pensar. Es como si existiera la telepatía. La capacidad de Reverie, de Bion, se constata siempre.
Y finalmente piensas en otras cosas: en cómo te afecta lo que ha aparecido. Piensas en tus relaciones con los demás, piensas en los afectos con los que te vinculas, en lo que para ti significan determinadas aportaciones, miradas, complicidades, rechazos y silencios. Piensas en qué medida les ayudas o te ayudan sin saberlo. Tratas de aceptar que en este oficio hay una constante interrelación en la que se mueven y activan afectos de todo tipo. Y que llegas hasta donde llegaste. Y también pienso en cómo y qué enseñanzas obtengo para poderlas transmitir a otros compañeros, en lo que esto supone para mí y para ellos. Y en que tengo que seguir aprendiendo.
La Función Teorizante no es ajena a la consideración de todo lo que nos afecta y recupera desde la propia experiencia todo aquello que nos puede ser útil para seguir en este proceso de humanización de todas las estructuras que el desarrollo del hombre va organizando. Es en ese proceso de humanización de la propia humanidad, que no es otra cosa que la aceptación de la complejidad del vivir y del sentir así como el reconocimiento del desarrollo de las interdependencias ineludiblemente solidarias con los demás, que podremos seguir siendo, precisamente, humanos.