01 Oct De la muerte y la vida
Dr. J.M. Sunyer
La verdad es que tras la realidad del asesinato del Prof. Lluch a manos de ETA hace que hablar de algo hoy me resulta especialmente complejo. Lo tuve de profesor en los primeros años de la autónoma. Una de las asignaturas que cogí era «Geografía económica», ya veis; en aquellos años —los primeros de la UAB— todavía no había psicología. Era considerada una rama de la filosofía. Pero en aquel entonces, no pensaba en ser psicólogo. Me interesaban otras cosas, la educación, por ejemplo. Y como podía coger un amplio abanico de asignaturas, elegí esta.
En todo aquel curso las clases eran en modo seminario, a penas una docena larga de alumnos. Ahí pude reconocer el talante y la capacidad de guiar, de pensar y elaborar aspectos de la realidad. Su pérdida, como otras muchas, habla de lo difícil que es la construcción de las cosas y lo fácil de su destrucción.
Y las coincidencias nos llevan a que justamente este día hablásemos de lo que hablamos, y con una modificación que también alteró nuestra dinámica: cambio provisional de aula, con lo que conlleva. Gente acarreando sillas, grupos más apiñados, una temperatura bastante elevada, dificultad para conformar el círculo del grupo grande y menos tiempo para trabajar lo que quería hacer hoy.
¿Y qué teníamos hoy? El texto, un cuento de los hermanos Grimm aparentemente inocente, aporta un complejo mundo de símbolos y ecuaciones. Y en él nos metimos. Primero para abordar el tema de lo manifiesto y lo latente. Decíamos que lo manifiesto era el texto del cuento. Como con las personas que nos consultan. Lo manifiesto es aquello que nos explican. Lógico, porque no pueden traernos, conscientemente, nada que tenga que ver con lo inconsciente. Lo manifiesto es pues aquello que expresamos. En la clase, lo que digo o lo que explico es lo manifiesto: poca idea tengo de lo que quiero decir, es decir, de lo que digo a través de lo que digo. Es más probable que Uds. vean lo que quiero decir.
A partir de ahí hemos hablado de los aspectos latentes del cuento. Es decir, de lo que podía querer decir. Evidentemente hay un mundo muy complejo en ello. Por ejemplo, si leo este cuento a mi hijo cuando se está durmiendo, además de lo que transmita el cuento le transmito cosas que tienen que ver con la relación que estoy estableciendo con él. Posiblemente se duerma, por lo que mi cuento, este cuento, sea para él una especie de canción de cuna, una forma de arrullarlo.
Por otro lado, esto que le cuento, como proviene de elementos que están en la cultura, lo que le estoy transmitiendo son, además elementos culturales. Y aquí, la frase que nunca me cansaré de repetir: pensamos en griego y hablamos en latín. No es mía, ya lo saben; pero creo que sintetiza un montón de cosas. Y si pensamos en griego, estamos trasmitiendo mucho más que una simple historia: estamos transmitiendo toda una serie de valores y de estructuras simbólicas sobre las que el niño se articula.
Pero sigamos más allá.
A través de este lenguaje, el del cuento, con su contenido manifiesto y latente, llegamos a ponernos a pensar sobre los elementos del desarrollo. Y allí aparecía el tema del sexo: el cuento explica cómo a través de la curiosidad, el criado del rey descubre una serie de cosas, un mundo que le era totalmente desconocido. Y les decía que parece que nos está hablando del descubrimiento de la sexualidad. Pero la sexualidad tiene dos elementos: el elemento real, manifiesto, que guarda más relación con la genitalidad; y otro componente mucho más complejo y que también está vinculado con ello: lo sexual como símbolo de la fuerza libidinal articulada con el amor y el odio. Tenemos aquí a Eros y a Tánatos uno junto al otro. No podemos confundir el motor psíquico libidinal, con sus dos vertientes con la genitalidad o el asesinato.
Aunque hoy el crimen haya encabezado nuestra experiencia.
El descubrimiento de cosas que en principio están reservadas para el rey, posibilita que el niño de nuestro cuento, sea valorado y emprenda un viaje que le llevará a nuevos descubrimientos, y en el que deberá ser capaz de negociar qué hacer con sus elementos instintivos para conseguir cosas de mayor valor. Y cómo estos elementos instintivos (agua, aire y tierra; si bien alguien habló también de fuego en la figura de la serpiente, pero no me atrevería a decirlo aún), estos elementos, tres por más señas, le llevarán a poder acceder a una princesa. Princesa que, por ponerlo fácil, le someterá a tres (otra vez el tres) pruebas de las que sale victorioso gracias a los acuerdos que llegó con las fuerzas de la naturaleza.
Fíjense que, hasta aquí, apenas hemos transitado por los elementos simbólicos y no hemos tocado para nada los que provienen de la segunda tópica de Freud. Pero ya los trabajaremos.
Otra cuestión. El revuelo que había, ¿con qué lo relacionan? ¿Con lo que se hablaba? Me imagino que había problemas auditivos, que había dificultades para escucharme. Ahora bien, queridos amigos, ¿quiere decir algo eso de «dificultades para oír» en el contexto de lo que estamos hablando? ¿No será que, cuando aparecen determinados temas o determinadas propuestas de reflexión aparecen muchos ruidos que dificultan el oír? Ahora me acuerdo de lo que le pasó a Rogers cuando lanzaba sus propuestas. Y no pretendo competir. Pero ¿habrá algo en lo que se hablaba que pudiera generar un cierto escándalo? Sé que pensar sobre estas cosas, ver cómo estamos articulados con toda una cultura, que esta cultura no se limita a un cierto país o a unas fronteras, ver cómo los elementos históricos de la civilización nos traspasan y nos convierten en algo más que seres individuales en un momento particular, generan susto.
Pero estamos ya empezándonos a curar de los sustos.
Para el próximo día toca el texto que continúa el de estos dos días y que es la parte II del desarrollo de la Orientación desde el punto de vista psicoanalítico según Ivey y colaboradores. De él me interesa mucho el apartado de las asociaciones libres, interpretación, análisis de sueños, y dejaremos para el próximo día el resto del capítulo.
Un saludo,
Ivey, A; Bradford, M; Simek-Downing, L. (1997). Psychodinamic Counseling and Therapy II: applications form practice, A Ivey, A; Bradford, M; Simek-Downing, L. (1997): Counseling and Psychotherapy. Allyn and Bacon.
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