El individuo y el grupo

Dr. J.M. Sunyer

A lo largo de la sesión de hoy pensé en varias cosas.

 

De entrada, lo que impacta constatar que somos casi 130 personas. Impacto, pero también halago: es un placer trabajar con tantas personas dispuestas a participar en este proyecto en el que trataremos de ir descubriendo lo que es la Orientación Psicológica; y, además, ver y entender lo que sucede a través de los procesos pedagógicos y terapéuticos en los que nos vemos inmersos las personas.

 

Tras el impacto, descubro también una cierta tensión y preocupación por no poder atender a cada uno y a cada grupo pequeño. Este grupo grande, como todos, está formado por individuos, grupos y subgrupos —esto es, constelaciones de individuos en torno a aspectos comunes—. Me gustaría poder atenderlos adecuadamente.  Habrá que renunciar a la omnipotencia y hacer todo lo que se pueda. Espero que comprendan la dificultad y entiendan la limitación.

 

Me impactó también ver cómo se iba desarrollando una conversación, cuya temática me pareció súper apasionante: hablar de las muchas cosas que surgen al descubrir que se está en un contexto y en unas condiciones que lo diferencian de otros; con sus pros y contras.

 

Alguien —en este tiempo en el que iba de un grupo pequeño a otro— decía: ¿por qué no nos han enseñado esto antes? A partir de ahí se abren una gran cantidad de hipótesis y de líneas de trabajo. Son de estas situaciones un tanto delicadas, y que dependen de lo que quiera hacer el profesional para que tomen caminos muy variados; pero permítanme que utilicemos esta situación para provecho de todos sin apartarnos del objetivo que tenemos en esta asignatura.

 

Les propongo un pequeño ejercicio mental: traten de imaginar por unos momentos que este grupo en el que estamos es algo más que un grupo. Pensemos, incluso, que es una buena representación metafórica de una persona. Esta persona, a la que denominaremos de ahora en adelante G., se encuentra en una situación en la que, quizás por vez primera, alguien le ha dicho: puede decir lo que quiera, lo que le apetezca decir; y todo ello será bien recibido por nosotros. Eso supone una libertad que también asusta. ¿Decir lo que uno quiera sin temor a ser reprochado por ello? ¿Acaso no es ese el ideal del pensamiento? Pensar es una actividad en la que van emergiendo ideas. ¿Las aceptamos todas o ponemos censura? Se supone que en una situación asistencial nosotros no deberíamos censurar, no estamos para ello. Sino para entender. Y ayudar a que el otro se entienda.

 

Si damos esa libertad, podremos dedicarnos a entender dos cosas: lo que le sucede al «individuo G.» y lo que nos sucede en esta situación. O sea, les estoy proponiendo un ejercicio de disociación entre Uds., y el grupo como objeto de estudio.

 

Lo lógico es que G., se sienta, de entrada, desubicado. Esta desubicación, este desconcierto, lo hace sentir, entre otras cosas, ambivalente. Ambivalencia (por cierto, ¿recuerdan que no pudimos definirla?), que posiblemente derive de no saber qué hacer con la prepuesta. ¿Ambivalencia significará caminar entre valencias diferentes?  ¿Se imaginan Uds. la cantidad de preguntas y de sentimientos que le pueden estar acosando a G.? Seguramente si tuviésemos la posibilidad (¡qué horror, por otro lado!) de poder saber lo que cada uno de los componentes del grupo pensó, sintió, imaginó, etc., tendríamos una muy buena radiografía de lo que le pasa a G.; y, siguiendo con el paralelismo, a la persona que consulta.

 

Se mezclan cantidad de cosas; pero una es básica: la desconfianza total y absoluta frente a la propuesta y a lo que se nos avecina. Nadie sabe los niveles de fiabilidad del grupo, ni del compañero ni del conductor. Nadie sabe qué van a hacer los demás con lo que se diga o haga. El temor, la desconfianza, están lógicamente en medio de todos nosotros. Posiblemente eso es lo que nos haga preguntar ¿por qué ahora y no antes?

 

El profesional, en este caso el profesor, no resolvió la ambivalencia; se limitó a recogerla y a animar a seguir por ahí. Aparentemente, G., no lo hizo. Optó por plantear una serie de dilemas (¿será eso parte de la ambivalencia?), entre los que había una cierta tonalidad bivalente: A / B, o ambivalente o A., o B. Y ante ello posicionamientos diversos: desde el lamento por lo que no se tuvo en otra ocasión a los deseos de aprovechar lo que se tiene. Dos posiciones que Uds. encontrarán a lo largo de toda su vida profesional.

 

Pero hay otro aspecto que conviene no olvidar nunca. ¿Dónde está la bomba? Le llamo bomba a lo que puede ser un elemento destructivo en la relación que se propone. Y siempre, en las relaciones que a lo largo de su vida irán estableciendo, siempre hay una. Tánatos está presente en la vida y no puede dejar de estarlo en aquellas cosas que los humanos hacemos. Aquí, la bomba es involuntaria, es decir, no se organiza aposta; pero conviene recogerla y saber que está ahí para no dañarnos: la bomba, en este caso, quizás es la que deriva de la seducción, de los aspectos seductores de la propuesta, y puede hacerse visible en el mismo tema de conversación o en lo que no se habla. En este sentido conviene decir que la propuesta de trabajo, si bien suena a seductora, no lo pretende ser. Será trabajo duro, arduo, con tensiones y conflictos: como en todo proceso de Orientación Psicológica o Psicoterapéutico.

 

Cierto que el profesional puede tener actitudes un poco seductoras, o aparentemente presentar algo que suene a seductor; pero se debe ser consciente de cuán presentes están los elementos seductores y no olvidar que lo que se propone no es fácil. Supone, simplemente, trabajar honestamente para que el paciente, G., —Uds.—, puedan hacer un desarrollo tanto intelectual como personal; y que ello les beneficie y nos beneficie a todos.

 

El próximo día toca un esfuerzo importante: la lectura de un texto en ¡Inglés! Sé que no les resultará fácil, pero es importante ese que supone una modificación de última hora del orden de algunas lecturas esfuerzo. Corresponde al libro de Ivey y colaboradores y supone la entrada de lleno en una forma diferente de conceptualizar los abordajes psicológicos. Y no tanto por lo novedoso que aparenta ser —y digo aparenta porque el pensamiento grupoanalítico viene hablando de ello desde hace más de cincuenta años—, sino porque nos lleva a considerar una relativización importante de muchos cuerpos teóricos. Ello no quiere decir que me aparte de mi conceptualización psicoanalítica, que por lo que voy viendo es más actual de lo que parece a simple vista. Aunque el libro no hable de ello, les introduciré la idea de matriz, que es una idea de Foulkes y, a partir de ahí creo que podremos entender un poco más todo este abordaje, y el de la asignatura.

 

Animo, no se asusten.

 

Un saludo.

 

 

Artícles a llegir

Rigazio-DiGilio, S. y Cols. (1996). Developmental Counseling and Therapy: Individual anda Famili Therapy. A Ivey i Cols (1996). Counseling and Psychotherapy. Allin and Bacon Ed.

 

No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.