Las tensiones de un primer día

Hoy tuvimos nuestro primer encuentro. Erais más de lo que pensaba. No sé cuántos seremos el Jueves. Depende de la matrícula. Y comenzaremos a trabajar; ahora bien, fijaros en un pequeño detalle: hoy estábamos parte del grupo y el jueves; previsiblemente se añadirán algunas personas más. Un inicio descompensado. Los grupos están hechos (los hicisteis hoy) y los que vienen se encontrarán con grupos a los que muchos se tendrán que añadir. El desfase es pequeño, y fácilmente superable. Pero ya no tendrán la misma información que tuvisteis vosotros hoy. Por mucho que nos esforcemos, el mensaje tendrá matices diferentes. Tendremos que hacer un esfuerzo todos para que no se queden un poco descolgados: de hecho, ni tienen la información que tuvisteis vosotros ni vendrán, creo, con el capítulo 0 leído. Pues bien, este pequeño detalle apunta ya a una problemática, no vuestra, sino social. ¿cuál?

Aparco la idea que aparece en el párrafo anterior para retomar lo del primer encuentro. ¿Sabéis? Me sentí y os sentí relajados. Esto está bien. Por lo general esta primera sesión era dura otros años; bueno así la recuerdo. Creo que lo era, entre otras cosas, porque me ceñía mucho a una especie de liturgia en la que creo y que considero importante para poder trabajar. Una liturgia que proviene de los años de trabajo. Algo así como el conjunto de cosas que uno hace ante de comer: lavarse las manos, peinarse uno si está despeinado, y… al comedor. O la que el cirujano realiza antes de entrar en quirófano. Sólo que en otras ocasiones, sentía que la liturgia me presionaba o me oprimía. Y hoy no. ¿será porque osé llegar tarde? ¿será porque me recibisteis bien? En cualquier caso me sentí bien. Y esto es muy importante. Si me siento relajado mejor para vosotros y para mí. Esta idea es trasladable a vuestro futuro trabajo

Entiendo que es difícil llegar a este punto. Lo normal es que cuando tengáis el título bajo el brazo e iniciéis vuestra andadura profesional andéis tensos. Como cuando estáis ante un caso nuevo. Tensos, sí. Es una respuesta anímica frente a una serie de cosas absolutamente desconocidas que se abren ante un profesional novel. Uno quiere hacerlo bien. Y hacerlo bien quiere decir, seguir todas y cada una de las pautas que me han enseñado. Nos sucede a todos, no importa la edad. ¿Cómo estáis cuando cogéis un automóvil por vez primera? Tensos. Lo queréis hacer bien, me imagino. ¿Y qué sucede? Que vamos agarrotados, los reflejos funcionan a su ritmo, no al deseado. Y los demás coches pitan y nos ponemos nerviosos; y no sabemos si dejar el coche aparcado en la cuneta y que otro conduzca o… aprender a tolerar este período de aprendizaje, tolerar los bocinazos de los conductores, que el coche se cale, los trompicones… Bueno, pues esto os sucederá durante muchos, muchísimos años de vuestra vida profesional. Y creo que es bueno que suceda. Recordad que cuando un torero pierde el miedo al toro es cuando le empitonan. ¿Visteis la corrida en que Jesulín fue cogido hace poco? Despreció al toro, y éste no le perdonó ni un segundo. No perdáis nuca el respeto hacia el otro, hacia el grupo, hacia el paciente.

Me ayudasteis a sentirme bien; pero no bajemos nuestras defensas. Un grupo es un grupo. Somos muchas personas, muchos afectos mezclados, muchos pensamientos que se activan… y todo esto genera sensaciones complejas que iremos viendo; y que son iguales, igualitas, a las que iremos sintiendo en la vida profesional, tanto en el mundo de la clínica como en el de las organizaciones.

A ver de qué hablamos el próximo día.

Un saludo.

 

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