03 Ene Satisfacción
Bueno, bueno, bueno. ¿qué tal? ¿cómo les fue? Mi amigo, el Dr. Javier Gimeno que como sabéis es profesor de la UAB, salió encantado. Me comentaba cómo habíais participado, de las cosas que hablasteis, de cómo se veía el proceso del lenguaje en relación al tiempo y la sociedad, de las actitudes… la verdad es que se le veía entusiasmado. En la UAB hace algo parecido, con alumnos de primero de Ciencias de la Educación. Mañana viernes le devuelvo la visita. Ya os diré.
Bueno, y ¿cómo os vi? La verdad es que participasteis un montón. Se os veía atentos no sólo a lo que hacían vuestros compañeros sino a lo que decíais entre vosotros. Y luego os llevasteis un susto cuando intervino mi compañero dirigiéndose a una compañera que veía con dificultades para estar en el propio grupo, ¡y bajo el monitor! Espero que esta imagen no quiera decir más que lo que dice. Pero fijaros la cantidad de material que trajisteis.
Por un lado hablasteis de cómo el significado de las palabras condicionaba la libre expresión de ideas. Y lo comparabais con sonidos sin sentido. Y de cómo uno trataba de comunicar a pesar de las propias dificultades. Del uso de los ritmos, de las longitudes de frases, de quien ejercía poder sobre otro. Me entusiasmó que Anaïs se animara a participar desde su perspectiva. ¡Lo estaba esperando hace tiempo!
Bien, pues este es vuestro terreno profesional. El terreno de la Orientación y el del Psicólogo. El terreno de tratar de establecer con el otro una comunicación a pesar de las dificultades del lenguaje. Tratar de salir del caparazón en el que, inevitablemente nos metemos cuando tenemos miedo ante lo que vamos a hacer, y atrevernos a salir al ruedo de la comunicación con el otro. Atrevernos a hablar sabiendo que lo vamos a hacer desde el cuidado y pensando siempre en las dificultades. ¡Qué fuerte! Decíais alguno de vosotros al ver que Javier no tenía especiales problemas de decir lo que pensaba: «me siento como en una terapia de pareja», «veía a X, y veía sus dificultades, rodeado de cosas, y me hacía pensar en las que muchas veces tenemos cuando no podemos estar en los sitios» ¿Os acordáis cuando algún autor de lo que aparecen en los textos decía que nosotros somos muestro mejor instrumento, nuestra mejor técnica? Pues eso.
Pero entiendo el susto que tenéis porque es muy parecido al que tenía a vuestra edad; sólo me salvaba una cosa: soy un tanto osado. La osadía del principiante. Siempre me he rebelado ante las sensaciones de parálisis, de no poder hacer lo que creía que tenía que hacer. Y, ciertamente he cometido muchos errores en mi vida, cierto; pero si no me hubiese atrevido a equivocarme, ¿cómo hubiese acertado a hacer algo? ¿Creéis que es fácil hacer lo que estamos haciendo? No. Es mucho más fácil organizar unas sesiones con el Power Point, que copiéis las diapositivas y os aprendáis algo de memoria; aunque no entandáis nada.
Poneros como estáis ahí, unos frente a otros, coparticipando de cada sesión, viendo las relaciones que aparecen entre lo que sucede en el aula y los textos… ¿recordáis una de las últimas frases que dijisteis? Era a raíz del susto que os dio el Dr. Gimeno. Una de vosotros dijo algo así como «esto es como en las empresas, las hay que optan por estar y otras por hacer algo con lo que tienen; o las personas, unos viven para ir haciendo hasta que mueren, otros tratan de hacer algo con su vida» Bravo, amiga nuestra. Bravo. Es un buen ejemplo de aprovechamiento Universitario. ¡Eh que estamos en la Universidad, no en el Colegio! Aquí venimos, creo, a aprender a pensar y a pensar aprendiendo. No sólo para que nos den un título en reconocimiento a las cosas que hemos memorizado.
Lo mismo en el campo profesional. Cuando ponemos nuestros recursos, mentales, gestuales, memorísticos, creativos, al servicio del paciente, lo que estamos tratando de hacer es ayudarle a que con su vida haga algo más que «ir tirando». Y si sufre es por esto. Mirad, recuerdo una mujer, ya mayor, que me llegó ayer a la consulta. Venía torpe, embotada posiblemente por la medicación. Cuando la vi pensé: ¡pobre mujer! Teóricamente, me dijo su hija, es un cuadro bipolar. Estuve con la hija unos 10 minutos, luego me reuní con su madre, con quien estuve no más de 15.
Nada más sentarse, con muchas dificultades, los brazos rígidos, la cara embotada, llorosa, farfallosa, me dice: «no me habían dicho que venía al psicólogo». Fijaros que ya con esta frase dice un montón: me llevan a sitios sin avisarme, sin informarme, ¿quien soy yo? Esto es lo que pienso yo, claro. Luego me dice: «estoy deprimida, muy deprimida y triste». Ahora que ya me vais conociendo un poco. ¿qué le pude contestar o decir? «Sí, deprimida, triste y enfadada, muy enfadada». Entonces levanta la mirada, sigue llorando, y entre sollozos cortos me dice: «a mi me gustaba bailar, pero mi marido nunca me ha llevado a ningún sitio, me iba con las amigas al cine porque nunca me acompañó a nada, iba al cine con mis hijas o con alguna amiga, mi marido siempre encontraba excusas, yo ya no sé que hacer… estoy deprimida y enfadada; muy enfadada. ¿me curará?».
Bueno, le dije, haremos lo que podamos.
La comunicación es clave en nuestra tarea. Podemos tener todos los cuestionarios que queramos, los protocolos que os de la gana, pero si no somos capaces de comunicarnos para entender al otro, si no estamos para esto mejor dejamos los trastos y nos dedicamos a otra cosa. Entender al otro es lo que tratasteis de hacer, con mayor o menor acierto, todos los que salisteis. Usando sonidos conocidos o desconocidos, gestos… tratasteis de comunicar algo al otro. Recuerdo la polémica entre Jordi y Gerard. Pero comunicasteis cosas, incluso el no querer comunicar ya era comunicación. No estábamos haciendo una representación teatral para que el público nos aplaudiera, no. Estabais tratando de decirle al otro algo, a pesar de las dificultades que os puse. A pesar de las dificultades que os vais a encontrar. ¿Acaso creéis que cuando por ejemplo, uno se encuentra ante chicas que han decidido dejar de comer y que bordean la muerte con una cierta inconsciencia y osadía, os van a decir realmente lo que están pensando? Sí, algo dicen, claro; pero no os cuentan el pánico que les da el pensar que tienen un gramo más en su cuerpo, nada os dicen de la importancia que han dado al cuerpo como consecuencia de otra serie de problemas ante los que se sienten impotentes, nada os pueden decir de la profunda protesta (acaso no es una huelga de hambre total) ante la cantidad de injusticias que perciben en su mundo cercano? Etc. No, llegar a esto supone tiempo, disponibilidad, y, sobre todo, el desarrollo, por nuestra parte, de la capacidad de decir, de explicar, de comunicarnos con el otro, de no temer a eso que algunos llaman «nuestro poder» porque no lo tenemos, de atreverse a hacer el ridículo y a meter la pata cientos de veces.
La verdad, salí muy satisfecho de la sesión de hoy. Y daros las gracias por haber acogido tan bien a Javier Gimeno.
Hasta el martes.
Un saludo.
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