Preámbulo
Está claro que la realidad es una cosa que tiene dos componentes: una concreta y fácilmente describible, narrable, e incluso mesurable; y otra en la que estas características se tornan totalmente escurridizas e incluso, inabarcables. Si, por poner un ejemplo, quiero aprender a ir en bici, hay una serie de cosas que puedo ubicar en la primera zona, en la concreta: dónde sentarme, dónde y cómo poner los pies en los pedales, cómo agarrar el manillar, como hacer para girar, frenar, cambiar de marcha… son elementos que puedo encontrar en cualquier manual de cómo ir en bici. Si hubiera un tratado sobre ello posiblemente encontraría aspectos no sólo de la historia de estos biciclos hasta descripciones de cómo debería ser el manillar, el formato de las ruedas, cómo ubicar el pie en el pedal, cómo me siento (erguido, inclinado sobre el manillar, posición intermedia…). Posiblemente se me hable también de cómo mantener el equilibrio, cómo estar atento a las pulsaciones cardíacas y a la respiración. Y así un sinfín de elementos descriptivos de cómo ir en bici. Ahora bien, sin negar la importancia de estos aspectos hay otros elementos que nunca van a poder ser suficientemente descritos y que aluden a lo que se aprende yendo montado en ella, a las experiencias con la velocidad, con el roce el aire en la cara, con el esfuerzo ante una subida y la emoción de la bajada… todo esto no puede aparecer en el manual.
En el terreno de lo grupal viene a ser semejante. Podríamos describir miles de aspectos de cómo llevar a un grupo de personas. Es más, intuitivamente algo hacemos cuando estamos ante o entre (no es lo mismo) varias personas. Por ejemplo: trataríamos de estar ante un grupo de personas que tuviesen edades aproximadamente similares de forma que las experiencias de vida pudiesen ser un facilitador de la tarea; no buscaríamos un número excesivamente grande ya que parece que si son muchos va a ser más complicado trabajar; trataremos de buscar un horario que nos resulte cómodo a todos y facilitar así, su asistencia; y como parece que debemos tener un argumento o un guión, trataríamos de seleccionar una serie de temas en torno a los que trabajar. Y así un largo etcétera. Claro que a partir de ciertos criterios podríamos optar por lo contrario: juntar a personas de edades y experiencias dispares, no importarnos el número de personas que acuden, ni la adecuación del horario… todo esto se supone que obedecerá a algún criterio. Habrá que definirlos en algún momento.
Posiblemente y a partir de la experiencia de irlos organizando, veríamos que hay personas a las que podríamos llamar líderes (es decir, aquellas que parecen capitanear el grupo) y contralíderes (que serían aquellas que están en contra del trabajo de aquellas primeras). Y de esta forma podríamos seguir describiendo fenómenos de la sociología grupal que nos permiten dibujar un plano de ese grupo y de este nivel de grupo al que he llamado concreto.
Por otro lado podríamos describir cómo van las líneas de relación y comunicación. Por ejemplo, podríamos hacer diseños sobre si todas las comunicaciones van dirigidas a una persona, o si van encadenándose entre sí, o si aparecen subgrupos comunicativos, o si… O podríamos centrarnos en si aparecen fases o etapas en los procesos grupales. Y describiríamos fases iniciales y lo que suele aparecer en ellas, o fases intermedias o finales o, incluso, ver si hay subfases encada fase… y así casi indefinidamente. Y todas estas descripciones y muchas otras que pudiéramos trazar nos darían una descripción de esa cosa que llamamos concreta y que fácilmente podríamos incluso, valorar mediante parrillas de relación o cuestionarios de atmósfera grupal o… Vamos, que estaríamos describiendo aspectos de esa bicicleta.
Pero el problema de la conducción no se sitúa ahí, como tampoco se situaría ahí el problema de cómo ir en bici. El lugar en el que se ubica es en lo que sucede en las relaciones que nosotros establecemos con estas personas a las que hemos decidido agrupar con el fin de trabajar en grupo. Y en lo que sucede entre ellas y entre todos nosotros. Es decir, ¿qué nos pasa cuando estamos en relación con los demás en el marco de un grupo? Y siendo cierto que quizás tenemos un problema cuando el grupo gira en torno a una persona en la que se centra toda la relación, por ejemplo, éste no se resuelve por el mero hecho de determinar que a partir de ahora esa relación deberá establecerse de otra forma. Y no se resuelve porque hay una gran cantidad de factores no conocidos que actúan y desvirtúan la programación que realizamos desde lo concreto. Podríamos decir que mientras lo concreto es algo que de alguna manera conocemos y podemos determinar y hasta controlar, esa otra cosa no concreta va más por libre. Habría pues dos niveles, al menos.