Tras el primer tiempo
Fue un silencio que ocultaba una situación complicada: la que se activa tras considerar los aspectos de la comunicación de los que hablamos el día pasado. Identificacion, proyección, identificación proyectiva, identificación introyectiva. Y a partir de un ejemplo de identificación introyectiva que trajo una compañera, nos pusimos a hablar. Y se generó un ambiente en el que había mucho dolor expresado a través de historias profesionales de alta complejidad. Historias en las que se percibían las dificultades de trabajar en equipo, y en la perversa historia que hemos cocinado durante los últimos veinte años facilitando la creencia de ciudadanos desprotegidos y una estructura administrativa en la que el objetivo fundamental era mantenerlos infantiles. De aquellos polvos esos lodos, dice el refrán. Hemos finalizado con el supuesto básico de dependencia que es en el que navegamos con frecuencia.
El segundo tiempo
Fue de trabajo. En un primer tiempo nos pusimos a hablar acerca de algunos conceptos que habían aparecido y en un momento dado pensé que podría ser interesante proponernos un juego. Y lo organizamos. Jugamos a conducir un grupo que duró quince minutos. Pasamos por varios momentos. La dificultad de proponerse como conductor del grupo, la de determinar la problemática de los miembros, quienes iban a ser esos actores. Posteriormente pasamos a la propia actividad y tras ella pensamos sobre lo que había ocurrido.
Desde mi perspectiva varias fueron las cosas que aparecieron y que creo que nos sirven para considerar la complejidad de tal tarea. Más allá de la excelente participación y de las capacidades de todos en representar el rol que habían elegido, pudimos comprobar varios aspectos:
1. Cómo la ansiedad se transforma en un ambiente alegre, eufórico que, mediante esta respuesta tiende a amortiguar la incomodidad del momento. En realidad fue una respuesta espontánea, natural, que podríamos muy bien ver en nuestros grupos. En cierto modo es una respuesta que, mediante la risa y el jolgorio, trata de escapar en un primer momento del objetivo que tenemos.
2. En este ambiente no resulta fácil que el conductor del grupo vaya organizando la conversación. En este punto aparecieron comentarios sobre la conveniencia o no de tener muy claro los objetivos que se buscan, y de conocer bien a cada candidato para “saber” cómo va a reaccionar. Pero claro, la realidad es otra ya que no podemos prever cuál va a ser la reacción que una persona va a tener frente al hecho grupal.
3. Pudimos ver lo complejo que resulta iniciar un grupo y la necesidad de enmarcar el tiempo y hasta la razón general por la que se les ha convocado. Incluso, añadiría yo, enmarcar la confidencialidad de lo que se dice y el deseo de que traten de evitar, en la medida de lo posible, establecer relaciones de amistad entre ellos en tanto que dura el trabajo grupal.
4. También observamos cómo si el conductor no está atento, pueden comenzar a aparecer personas que se apropien de la exclusividad, que atraigan la atención sobre ellas quedándose las demás fuera del discurso grupal. Eso conlleva que el conductor debe tratar de ir incluyendo a todo el mundo en la conversación, sin que ese incluir sea una exigencia.
5. Observamos también cómo se establecen alianzas entre algunos miembros del grupo. Lazos que a la postre buscan romper el grupo y generando una actividad fuera de él en lugar de que sea en el propio grupo el lugar en el que se realice la actividad.
6. También observamos una cierta prisa por arreglar las cosas, como si en el fondo ese contacto pausado con el paciente resultara un tanto incómodo. Es como si desde nosotros los profesionales intentásemos quitarnos de encima esa carga pesada que supone el grupo en vez de considerar las ventajas de su uso y que, cuando uno le coge el tranquillo, es una actividad llena de aprendizajes personales.
Evidentemente salieron muchas más cosas. Y esto que fue ya comentado en el grupo nos indujo a profundizar sobre las propias estructuras en las que estábamos desarrollando nuestra tarea.