16) Has definido lo que es psicoterapia de grupo y he visto que son diversos los autores que van realizando aportaciones desde visiones diferentes; ahora bien, frecuentemente se suele aconsejar la integración o incorporación a un “grupo de psicoterapia” como una indicación genérica, ¿cómo definirías lo que es un grupo de psicoterapia grupoanalítica?
Me gusta esta pregunta porque estableces una diferencia entre lo que son aspectos terminológicos y teóricos, de los operativos. Cuando se habla de “grupo de psicoterapia” se pone el acento en la idea de realizar esto que llamamos psicoterapia juntando a varias personas con ese fin, utilizando el grupo como un coagente que añade mejoras al tratamiento individual. Creo que al poner el acento en la idea de “grupo” se está subrayando un aspecto social, que va más allá de lo individual. Desde este ángulo, defino grupo de psicoterapia grupoanalítica como aquella forma de intervención organizada por un profesional de la salud sobre un grupo formado por varias personas que presentan una serie de dificultades psíquicas. Dicha intervención se caracteriza por ser el análisis de todo lo que aparezca en las relaciones entre los miembros del grupo realizado por ellos mismos e incluyendo al propio conductor; pero no es el análisis o el tratamiento psicoterapéutico del grupo sino de sus miembros.
Entiendo que es difícil resumir estas ideas en unas breves líneas de pensamiento. Si pensamos en la noción de “grupo de psicoterapia”, parece evidente que hablamos del establecimiento de unos lazos, unas relaciones que nos sirvan para que la función de “abordar todos los aspectos patogénicos y normogénicos de los miembros del grupo”, se lleve a cabo. Aquí encontramos una gran diversidad de planteamientos, sobre todo en lo que se refiere a la utilización del grupo como agente, coagente o coadyuvante del tratamiento. Como hemos ido viendo, muy posiblemente la diferencia dependerá de la posición que ocupe el profesional ante todo esto. Y veremos características apreciables en estas posiciones a través de las definiciones que los diversos autores realizan de la idea de Psicoterapia de grupo.
Para empezar acudamos a Moreno (1987). Cuando introduce el término “psicoterapia de grupo” lo hace para resaltar que se trataba de una “terapia” de grupo y no de un análisis sociológico y psicológico” (Moreno, 1987: 24). Y su idea la basa en la de que el paciente es un agente terapéutico del otro; un grupo es agente terapéutico de otro. A esta interacción la he llamado el principio de la interacción terapéutica (1987: 27) y no menos importante es el principio de la espontaneidad, de la espontánea producción de grupos, de la libre participación sin impedimentos de todos los miembros del grupo (ibídem: 27) y el carácter directo e inmediato de la interacción en el grupo que tiene todas las cualidades de una prueba de la realidad” (ibídem: 28). Fíjate, Lola, cómo Moreno nos coloca en una posición algo ambigua: por un lado al proponer la palabra “Psicoterapia” facilita pensar (posiblemente por las influencias que muchos de nosotros tenemos) que el objetivo es psicoterapéutico en el sentido en el que lo hemos definido. Pero por otro no pretende un “análisis psicológico” sino que, partiendo de los principios que propone, emprende el tratamiento de los problemas psíquicos y sociales de los miembros del grupo; de sus dolencias somáticas sólo se ocupa en la medida en que son psicógenas (:79). ¿Cómo propone conseguirlo? A partir de la “libertad” que va a encontrar en tal grupo y que proviene de lo que denomina regla fundamental y que consiste en la interacción libre y espontánea entre pacientes, entre pacientes y el terapeuta y entre los terapeutas (:84). Es decir, el elemento psicoterapéutico proviene no tanto de un análisis de las características psíquicas del sujeto cuanto de las propuestas de interacción y espontaneidad. Dicho de otra forma, se estimula la expresión, la catarsis, más que el análisis. Si nos quedamos aquí, el grupo según mi forma de verlo, sería de terapia y no de psicoterapia. Aquí un miembro es agente terapéutico de otro miembro, o el grupo de otros grupos, por lo que podríamos deducir que Moreno piensa que trabaja con un Grupo de terapia. Terapia porque creo que la catarsis, la expresión de lo que le sucede a una persona, la búsqueda de la espontaneidad, etc., no son componentes de lo que para mí es una psicoterapia; más allá de que puedan aparecer.
Si atendemos a Slavson vemos que señala los objetivos: La psicoterapia se ocupa fundamentalmente de los elementos irracionales o conativos de la psique. Los elementos racionales o cognitivos se utilizan como reforzamientos secundarios en los procesos reconstructivos. Deben distinguirse insight y comprensión; conceptualización y sentimiento. (…) en una psicoterapia que ataque lo fundamental, la esencia consiste en revivir en la afectividad los traumas tempranos y en eliminar la ansiedad, el temor y la culpa que con ellos están ligados (1976:42). Es decir, que atiende a los aspectos que no son racionales, o a aquellos que pueden tener carácter impulsivo , a las tendencias, a los propósitos (independientemente de si se han alcanzado o han generado frustración). Con esta propuesta, el concepto de “Psicoterapia de grupo” adquiere una connotación diferente de la que nos dio Moreno. Y, diferenciándose de él, Slavson considera que uno de los elementos fundamentales es el liderazgo: La definición del grupo incluye el liderazgo como uno de sus elementos indispensables, porque es el carácter central del líder, o de un símbolo representativo, lo que asegura la cohesión del grupo. Freud fue el primero en llamar la atención sobre el líder como objeto común de catexia libidinal y en señalar que esta catexia mantiene unidos a los miembros del grupo (…) particularmente en los grupos pequeños, a causa de que constituyen réplicas más semejantes de la familia, los individuos se ven estimulados a volver a actuar las actitudes y conductas que condicionara el medio familiar (…) el líder representa usualmente, de modo simbólico, la figura del padre, mientras que el grupo representa la figura complementaria de la madre[1].(1976:31-2); y cuando se concreta más esa idea señala que El grupo terapéutico no tiene líder en el sentido usual de la palabra. En los grupos terapéuticos el terapeuta es quien recibe los sentimientos transferenciales libidinales y de otros géneros, y se convierte en objeto del cual se depende. (61); pero no es el líder. Resumiendo, el objetivo es el análisis psicológico en tanto que hay un conflicto; o lo que es lo mismo, el objetivo es más psicoterapéutico que terapéutico. Y desde este punto de vista el profesional es quien tiene más relevancia sin ser el líder del grupo. Fíjate Lola, cómo aparecen dos visiones bastante diferentes del hecho grupal, lo que supondrá, como ya te he señalado, formas de trabajar también distintas que seguiremos viendo en otros autores.
Un pequeño inciso. La visión de Slavson coloca la problemática en el mundo interno del paciente, ¿verdad? que reubicado en un entorno grupal que –en cierta medida –reproduce siquiera metafóricamente el marco familiar, va a tener la oportunidad de revivir o reconstruir y deconstruir el conflicto que le ha llevado a su situación. Esto es muy interesante porque a diferencia de Moreno –que parece apuntar más a la desinhibición, a la expresión y dramatización del conflicto –Slavson da la oportunidad para que el llamado conflicto se instale en el grupo que reproduciría al grupo familiar. Los llamados procesos secundarios sirven –según parece indicar –como reforzadores del Yo. Pero sigamos con esos otros autores.
Tal es el caso de dos autores de referencia obligada dentro de la psicoterapia de grupo como son Wolf y Schwartz (1967). Lo que ofrecen –y así lo definen –es psicoanálisis en grupo y lo definen como una forma de tratamiento, en la práctica privada o en una institución, en la cual pacientes individuales son tratados con otros pacientes en función de técnicas psicoanalíticas (1967: IX), y añaden el concepto de psicoterapia de grupo ha confundido a algunos terapeutas de grupo, o más bien terapeutas en grupo, que han tratado al grupo como un todo, en masse, en vez de escudriñar las necesidades terapéuticas específicas de cada paciente (…) como analistas sólo sabemos tratar al paciente individual (ibidem: IX). Como ves, Lola, es otra forma de entender este objeto común en el que el profesional se ubica en un lugar muy preeminente. Y para que no haya dudas nos aclaran que la técnica empleada en un grupo actúa la interpretación de los sueños, la asociación libre, el análisis de las resistencias, la transferencia, la contratransferencia (1967:1), aspectos todos ellos que recaen en el psicoanalista del grupo. De nuevo, el grupo vuelve a ser considerado como coadyuvante del tratamiento, coadyuvante porque el agente es el propio profesional y los miembros del grupo colaboran pero no alcanzan la categoría de coagentes. Es decir, hasta ahora los cuatro autores que hemos mencionado conciben de forma bastante diferente el lugar que ocupa el grupo en el proceso de tratamiento, el puesto que tiene el profesional que lo conduce y hasta los objetivos que se plantean.
Si atendemos a lo que dice Yalom, autor de referencia más actual y que goza de una cierta popularidad no solo por la popularización de los “factores terapéuticos” sino por sus fantásticas novelas, comprobamos que la utilización del término es bivalente, ya que usa indistintamente el de psicoterapia o el de terapia de grupo. Por otro lado, la posición que le asigna al profesional recoge aspectos de la relación grupal interesantes. En efecto, Vinogradof y Yalom (1996) consideran que La psicoterapia de grupo es la aplicación de técnicas psicoterapéuticas a un grupo de pacientes (…) en la terapia de grupo, no obstante, tanto la interacción paciente-paciente, como la interacción paciente-terapeuta, se utilizan para efectuar cambios en la conducta inadaptada de cada uno de los miembros del grupo (…) así como la aplicación de técnicas específicas y la realización de intervenciones por parte del terapeuta cualificado, sirve como instrumento de cambio (Vinogradof, S., Yalom, I. D., 1996: 15) En cualquier caso, parece que el grupo no deja de ser un coagente del cambio recayendo la base de las intervenciones en el propio terapeuta. En este sentido se acercaría a la posición de Slavson. Ahora bien, me chirría la idea de “efectuar cambios en la conducta inadaptada…” Daría la sensación que el conflicto –y volvemos a lo que señalaba antes –no sería tanto la consecuencia de cómo se han ido generando heridas en las relaciones vinculantes y cómo se reactiva ese dolor en las relaciones actuales, cuanto una inadaptación –aparentemente más conductual que cognitiva –al entorno. Pero en fin, será una dificultad personal en la comprensión de ello.
Ahora nos fijaremos en otra posición, bastante diferente, a mi modo de ver. Para Foulkes (en Kadis et al., 1969), uno de los aspectos destacables en la psicoterapia es el desaprendizaje, por lo que lo básico es poder tratar los procesos que se dan en el grupo primario, esto es, la familia. Pero como no podemos acceder fácilmente a ese núcleo propone que la otra forma importante de psicoterapia de grupo, arranca a cada individuo de su red primaria y lo mezcla con otros, formando así un nuevo campo de interacción en el cual cada individuo empieza de nuevo (1969:15). Y más adelante concreta, La meta de los grupos psicoterapéuticos con orientación analítica es al análisis de los conflictos en un nivel más profundo. El uso de las formas de transferencia múltiple explora los impulsos del ello, la fuerza del yo y las restricciones del superyó. En estas formas de tratamiento de grupo, el material usado para la discusión y la exploración son la asociación libre, los sueños y las fantasías (:32). Desde esta perspectiva, Foulkes sería un clásico que considera al grupo como un campo de tratamiento psicoterapéutico. En esta descripción vemos a un Foulkes que Dalal no dudaría en calificar de “Ortodoxo”. Ahora bien, cuando vemos la definición que da de Grupoanálisis (análisis del grupo, por el grupo, incluido el conductor), lo coloca en una posición más radical que la que ya propusiera Moreno: ahora el grupo es agente del tratamiento. En esta posición es en la que voy a tratar de moverme, considerando el grupo como ese nuevo campo en el que todos vamos a realizar un gran esfuerzo psicoterapéutico y analítico. De hecho, en el texto de 1957, Foulkes y Anthony señalan: la psicoterapia de grupo utiliza el grupo y su poder para propósitos terapéuticos y por lo tanto es un tratamiento grupal. Pero no trata el grupo para beneficio del propio grupo, para mejorar su eficiencia de trabajo, de la forma que hemos hablado de tratamiento de un equipo. Tratamos al grupo en beneficio de sus individuos y por ninguna otra razón. Toda psicoterapia es, en último término, un tratamiento del individuo[2] (1957:57). Esta perspectiva nos vuelve a poner cerca del área en la que se situaba Moreno, si bien en este caso, el acento y el tipo de análisis quedan fuertemente teñidos de la teoría psicoanalítica. Como puedes ver, Lola, hay un entramado de líneas que dificultan, muchas veces, saber con exactitud, en qué lugar se sitúa un determinado autor.
Para mí, el grupo de psicoterapia al que prefiero ponerle el apellido de grupoanalítico, no deja de ser una composición dinámica de relaciones que facilitarán el que sus componentes vayan comprendiendo la estructura relacional que desarrollan en el grupo y, por analogía, en los diversos contextos de la vida. A través de esa comprensión vivencial (esto es, afectiva y simbólica) los miembros del grupo van a poder ir introduciendo modificaciones que nacen de las experiencias de relación que tienen en el mismo grupo y valorando en qué medida se reproducen viejas estructuras relacionales, simbólicas, interpretativas, etc. Estas modificaciones, la comprensión de la estructura relacional con la que habitualmente nos movemos, así como la propia expresión y vivencia de afectos que en muchas ocasiones nos han desbordado y su entramado simbólico, facilitan la emergencia de aspectos más saludables en los componentes del grupo. En otras palabras, el grupo de psicoterapia grupoanalítico no es más que un espacio de desarrollo y entrenamiento de la persona en acción, y en relación y reacción con los demás miembros del grupo. Y ahora un poco de heregía: ¿podríamos considerar que en aquellos grupos formados por personas con baja capacidad de procesamiento de las emociones, de los pensamientos, pudiésemos introducir –como coadyuvantes –aspectos técnicos procedentes de otros pensamientos? Lo dejo ahí; pero a día de hoy comienzo a pensar esta posibilidad.
El cómo cada grupo lo va a hacer depende, en buena medida (prescindiendo aquí de las características y posibilidades de los miembros del grupo), del propio conductor y de su experiencia grupal y psicoterapéutica. Es muy interesante el texto de Kennard, D.; Roberts, J.; Winter, D.A. (1993) en el que señalan los diversos aspectos de la identidad terapéutica del psicoterapeuta y que serían:, aspectos caracterológicos constitucionalmente heredados y temperamento; su historia vital; el sistema de creencias y criterios principales (políticos, religiosos…); los hechos de su vida corriente; la experiencia terapéutica personal; la experiencia de supervisión adquirida; la vinculación a una corriente teórica y de formación[3] (9-10) Dependerá también no sólo de las características de la personalidad de dicho conductor y, por lo tanto, de la habilidad con la que éste se va haciendo cargo de los diversos componentes del ser humano que se activan, sino también de la comprensión teórica que haya ido desarrollando con el paso de los años y de su experiencia clínica. Son dos aspectos del profesional los que entran en juego y que están completamente entrelazados: los propios del rol, que conlleva la formación tanto teórica como personal, y los de sus características personales, es decir, la manera cómo aplica esa formación y se involucra en ella. Aquí se abre, de nuevo, el abanico de posibilidades. ¿En cuál te colocarías, Lola? Porque desde la posición en la que me coloco (o deseo colocarme), los procesos psíquicos que siguiendo a Foulkes se expresan a través de la asociación libre, los sueños y las fantasías, son individuales y grupales, comprenden desde la fisiología hasta la política, la expresión conductual, la simbólica, la religiosa y cultural, y constituyen una unidad en su expresión psíquica. Este punto, a mi entender, es el que marca la diferencia entre una posición entendida como “psicoanalítica” de la que se propone como “grupoanalítica”. En la primera los aspectos relevantes tienen lugar en el interior del sujeto en tanto que en la segunda, el individuo forma una unidad compatible con la realidad de las interdependencias que establece con los demás. Espero poder ir completando esta idea. Y finalmente está en juego el papel que ocupan las interdependencias del profesional ya que en tanto que sujeto y profesional también está articulado con una red de interdependencias vinculantes no solo con los miembros del grupo y sus diversas constelaciones sino en el propio contexto de su tarea profesional: él también pertenece a una red de profesionales. Este aspecto lo trataremos más adelante.
[1] Las negritas son de Slavson.
[2] Traducción del autor.
[3] Traducción del Autor