58) ¿Existe alguna aproximación que considere al grupo como agente del tratamiento?
Mira, hasta ahora ¿qué hemos aprendido de las diversas aportaciones? En primer lugar que la influencia de Freud fue importante y que algunos de ellos (Wolf, Schwartz) se animaron a aplicar el psicoanálisis a varios pacientes a la vez, pero pensando en la individualidad de cada cual, e incluso siendo un tanto críticos con otros autores. Pero algo vieron en el grupo porque animaban a que se reunieran los pacientes sin la presencia del profesional, ¿recuerdas?, aunque ello no significara que viesen al grupo más que como coadyuvante al trabajo que realizaba el psicoterapeuta. Otros sí descubrieron el poder del grupo (Slavson) y mostraron una cierta crítica a los planteamientos de Freud poniendo más énfasis en los desarrollos y el trabajo del Yo que en el desvelamiento de los elementos inconscientes. También indicaron que algo que se podía llamar transferencia se daba entre los miembros del grupo, y comenzaron a considerar que éste tenía un poder psicoterapéutico, es decir, era coagente del tratamiento. Algunos (Shilder) se dieron cuenta de la importancia del clima emocional y combinaban el trabajo individual con el de grupo; o señalaban que hay aspectos que van más allá de lo que Freud dijera, vieron que hay algo en el grupo que fuerza a actuar de una manera y no de otra (Redl) señalando que habría elementos antigrupales (la palabra no es suya, claro) así como factores terapéuticos (Redl, Klapman, Slavson) que emanaban del propio hecho grupal. Paralelamente a este esfuerzo, Bion fue capaz de pensar el grupo fuera de los planteamientos clásicos al proponer nociones como los supuestos básicos, la valencia, la mente grupal y, tras él otros autores como Ezriel ponen el acento en la fantasía y Stock Whitaker lo ponen en el deseo; pero en cualquier caso, el grupo sigue siendo considerado como coagente. ¿Con qué nos vamos a encontrar ahora? Con una serie de autores que abren nuevas vías de comprensión y uso de la psicoterapia de grupo.
En realidad se abre una nueva vía de estudio y de profundización importante. Considerar que el grupo es también agente del tratamiento supone por un lado retomar algo de lo que ya Moreno anunciara. Supone también el esfuerzo por seguir pensando desde psicoanálisis y con él, pero buscando la manera de potenciar su capacidad de análisis con el apoyo de lo que proviene de otros lugares. Y eso de alguna manera es una ruptura. Ruptura porque se abandona la paternidad única del psicoanálisis y se incorpora otro tipo de tradición: la social. A mí mismo he ha costado Dios y ayuda ir desbrozando el camino de una comprensión de lo grupal y del sujeto que no se ciña a la que ha constituido mi formación fundamental, el psicoanálisis. En un principio hacía caso de quienes me decían que la postura de Foulkes (y de Burrow) era una posición intermedia entre la que protagonizaran Slavson, Wolf y otros, y la que provenía de Bion, Ezriel, Anzieu, Kaës. Incluso recuerdo que había quien me aseguraba que la posición grupoanalítica era poco menos que una fantochada. Con el tiempo, la reflexión y la experiencia clínica he podido ir entendiendo más y mejor esta tercera posición que busca ayudar al individuo pero considerándolo como parte de una compleja matriz de relaciones que constituye el grupo, reincorporándolo y abundando en la evolución hacia el exterior de sí mismo más que a la interiorización, más a una visión abierta que a la cerrada que proviene de la tradición psicológica habitual.
Para algunos profesionales parecería como si se tratase de un equilibrio entre el grupo y el sujeto, como es el caso de Guillem, P.; y Loren, J.A., (1985) quienes nos dicen que Hay quienes enfatizan la importancia de los fenómenos de grupo como es el caso de Foulkes (1972), Schneider(1972), Zimmermann (1969), que tienen en cuenta los fenómenos individuales que se dan en el grupo, pero en las interpretaciones de los mismos se atiende a entender su significado en el aquí y ahora de la situación grupal, viendo el grupo como una entidad que se va constituyendo poco a poco, hasta alcanzar su propia individualidad, pero que a su vez es inseparable de las características de los individuos que la constituyen. (1985: 89). Pero la realidad no es tanto como la describen estos autores, sino que es una posición totalmente nueva. Voy a centrarme -para no divagar más de lo que ya lo hago- en alguien que considero precursor en el desarrollo posterior del Grupoanálisis aunque poco tuvo que ver con el movimiento grupoanalítico: Trigant Burrow.
De entrada decirte que Foulkes conocía su trabajo “recuerdo bien mis propios sentimientos y reacciones encontradas, una mezcla de interés y prejuicio, cuando conocí la comunicación de Trigant Burrow hace más de veinte años. Su método, por cierto, fue probablemente diferente desde el principio al que aquí se describe, y desde entonces se ha desarrollado con el nombre de “filoanálisis” en direcciones completamente diferentes (Foulkes, S. H. 2005:105); pero ¿Quién era Burrow?
Trigant Burrow(1875-1950), médico por la Universidad de Virginia, su ciudad natal, estudió obstetricia en Munich y posteriormente en Viena en el Allgemeine Krakenhaus. Siguió la formación con Wagner Von Jauregg y Krafft-Ebing, destacados psiquiatras del momento, en Viena, lo que le animó a seguir estudios de psiquiatría. Posteriormente volvió a los Estados Unidos. Ahí trabajó con A. Meyer en el instituto de psiquiatría del estado de Nueva York y mantuvo contactos con Freud, Ferenczi y Jung (Gatti Pertegato, 1999: 272). Tras la visita de Freud a los EEUU, y animado por Meyer, decide formarse en psicoanálisis. Posiblemente por el costo de las sesiones o por la falta de disponibilidad que en aquel momento tenía Freud para analizarle, éste le derivó a Jung. Tras estar un año en Zurich, vuelve a su país y se convierte en uno de los miembros fundadores de la A.P.A., en 1911, junto a E. Jones, R. Hamill, A. Hoch, J. MacCurdy, A. Meyer, JJ Putnam, L Teneyhill y A. Young participa en la organización de la Asociación Psicoanalítica Americana y su presidente (1925-1926) (Gatti Pertegato, 1999: 272; y Kaplan, H. I.; Sadock, J., 1996: 2; Roy MacKenzie, K. 1992: 31; Rosenbaum, M., 1986:168) Se le considera como uno de los introductores del Psicoanálisis en Estados Unidos, y el primer analista que se atrevió a publicar un trabajo en el que aplica conceptos psicoanalíticos al tratamiento de un grupo de pacientes (Campos, J. 1980: 17). Como se puede ver era una persona con bastante empuje.
A pesar de su entusiasmo por Jung, siempre se consideró seguidor del pensamiento de Freud, no aceptando la ruptura entre Freud y Jung así como tampoco la de Adler (Gatti Pertegato, 1999: 273), y de hecho mantuvo correspondencia con el padre del psicoanálisis si bien no parece que quedase muy satisfecho por el tipo de respuestas que obtenía. Posiblemente el hecho de que se analizara con Jung y a quien reconoció como “su hombre” de referencia. (Gatti Pertegato, 1999: 272), pudo jugar a su contra. Ahora bien, tanto la figura de Jung como posteriormente la de Adler no solo influyeron en él sino que hasta le dificultaron el desarrollo más freudiano.
Su tesis fue que la sociedad como conjunto contiene los mismos elementos neuróticos que Freud atribuye a la mente individual, considerando que lo que se denomina “normalidad” no deja de ser una compartida enfermedad (Gatti Pertegato, 1999: 273). Eso supone una hipótesis bastante rupturista como muchas otras de sus aportaciones. Gatti nos informa que En 1964 fue publicado un trabajo con fecha de 1913 en el que Burrow mantiene que hay un precoz preconsciente o fase precognitiva en la existencia humana, en la que la primitiva identificación del niño con su madre actúa como matriz en el desarrollo posterior, tanto normal como patológico (Gatti Pertegato, 1999: 274; también Campos, J. 1980: 17). Es decir, que ya a principios del siglo XX aparece alguien que pone el acento en lo social como adelantándose a otras conceptualizaciones entre las que podemos recordar la de Szasz T., y el “mito de la enfermedad mental”, o quizás más exactamente, que enlaza lo que le sucede al individuo con el grupo, y estableciendo una conexión o una transmisión de la patogenia.
En su pensamiento A. Meyer tuvo una gran influencia. Señala el propio Burrow que en mi primera relación con la enseñanza de A. Meyer hace unos veinte años, lo que me más me impresionó fue el hecho de que planteaba la aplicación de principios básicos de la biología a las disarmonías mentales y sociales. En el estudio de una paciente por parte de Meyer, lo primero no fue el estudio de ella sola sino la situación social integrada relacionando su situación con la de la comunidad como un todo. Esto es interesante porque nos va situando en la realidad de sus aportaciones no muy alejadas de otras que hemos podido ir abordando en estas páginas. Otro hecho relevante, en mi opinión, es que el término Matriz, ya lo utilizó (sobre 1013) poco antes de iniciar su actividad como psicoanalista para poner el acento en lo que llamaba la primitiva fase subjetiva –o modo preconsciente –cuya característica principal sería una primitiva identificación del niño con su madre y que luego se proseguirá con los procesos elementales vinculados con la relación madre-hijo.
Creo que esto es importante sobre todo porque será algo que vendrá potenciado posteriormente por Foulkes. De hecho, Foulkes indica que su método, por cierto, fue probablemente diferente desde el principio al que se describe aquí, y desde entonces se ha desarrollado con el nombre de “filoanálisis” en direcciones completamente diferentes. No obstante, debemos a Trigant Burrow y su escuela (Hanz Syz y otros) un buen número de insights clarificadores y profundos en la dinámica de grupos. (Foulkes,S.H., 2005:105) Este reconocimiento es importante.
Más aún, en su texto de 1957 al referirse al concepto de Neurosis social, Foulkes dice: uno de los pioneros más importantes en el grupoanálisis, Trigant Burrow, fue entre todos el primero en reconocer el rol del grupo en la neurosis del individuo. Hablaba de la “neurosis social” y acuño el término de “grupoanálisis” como una herramienta de investigación. Su principal tesis fue que el hombre, mediante su participación en el orden social neurótico se ve obligado a adoptar una imagen social o máscara que le acaba haciendo incapaz en realizar respuestas plenas y unitarias al entorno biológico real[1] (1957:41); y lo diferencia de la forma como L. K, Frank lo planteó: mientras Burrow dirige su atención a la neurosis social como el resultado de los abusos de una parte de la humanidad, siguiendo a Frank la psicopatología es la reacción humana a la desintegración cultural[2] (1957:42). En realidad lo que está subrayando Burrow es un aspecto transmitido generacionalmente en tanto que el individuo pertenece al grupo social. De hecho, fue pionero en los intentos de integrar el psicoanálisis con la sociología.
Burrow inicia lo que denominó primeramente Grupoanálisis en 1918 a partir de los descubrimientos realizados junto a uno de sus analizados ( Clarence Shields) que mantenía la discrepancia entre la idea teórica de Burrow señalando la “base social común” (la matriz común) y la posición individual que se mantiene en la practica analítica (Gatti Pertegato, 1999: 277), lo que le llevó a “desech[ar] el diván a cambio de pequeños grupos informales de discusión con participación de pacientes, familiares y otros colegas. Aplicando lo que denominó análisis de grupo, Burrow pretendía estudiar con profundidad la conducta social en dichas sesiones colectivas” (Roy MacKenzie, K. 1992: 31). De hecho, la anécdota es que a partir de la crítica que le realizara Clarence Shields, en 1918 siendo analizada por Burrow un paciente llamado Shields, le propuso cambiar la posición analítica: así Burrow pasó a ser el paciente mientras que Shields se convirtió en el analista. Así se podía comprobar la honestidad de la relación entre ambos (Rosenbaum: 1986:170), se modifica la situación lo que le permite constatar la importancia de los elementos sociales, de posición relativa de unos respecto a otros, y considerar seriamente una modificación de la intervención psicoanalítica incluyendo el grupo como punto de análisis. Es importante subrayar que había conocido a Ferenczy quien era un firme partidario de ahondar en la relación que se establecía entre el paciente y el analista. Y en esta profundización se aproximó a la idea de mutualidad que, en cierto modo, venía a subrayar la importancia del análisis mutuo. En 1927, funda “The Lifwynn Foundation for Laboratory Research in Analytical and Social Psychiatry”[3] De hecho, Burrow fue el primer psicoanalista que se propone pensar el grupo desde esta disciplina, incorporando conceptos absolutamente novedosos.
En sus primeros momentos de desarrollo y trabajando como psicoanalista, ya señaló que la base de la vida psíquica residía en las reacciones del organismo del recién nacido; reacciones en principio meramente vegetativas, posteriormente más fisiológicas –o funcionales– y esa vida mental será la matriz primaria de la conciencia. El hecho de nacer supone una ruptura ya que pasamos de una matriz primaria en la que todo está resuelto y ofreciendo una determinada continuidad, a otra situación en la que el recién nacido debe hacerse con estímulos de intensidad totalmente opuesta a los primeros. Con lo que la vida mental no deja de ser la consecuencia de una necesidad de adaptación al entorno.
En realidad su influencia fue decisiva para otro de los miembros del grupo en el que nos encontramos, S.H. Foulkes, quien señala a mediados de los años veinte tuvo la oportunidad de conocer dos trabajos de Trigant Burrow que me causaron una profunda impresión. Introdujo en mí la idea de Grupoanálisis como una forma de tratamiento (…) y tras mi primera sesión que tuvo lugar en la sala de espera de mi consulta en 23 Dix’s Field, fui a casa y le dije a mi mujer “hoy ha sucedido un hecho histórico en la psiquiatría, pero nadie lo sabe”. Me acordé de Trigant Burrow a quien nadie conocía en aquellos momentos, pero no sabía entonces si había practicado el grupoanálisis tal como yo lo entendía y a tenor de mi mayor conocimiento posterior me di cuenta que había sobreestimado la dimensión de su trabajo. Sin embargo me di cuenta que había comenzado a considerar la psiconeurosis como un defectuoso desarrollo biológico de la especie humana y denominó a su sistema “Filo análisis”. En consecuencia me sentí libre de llamar a lo que estaba hacienda “grupoanálisis”, el primero en usar este término desde Burrow[4] (Foulkes, S.H. 1984: 13-14).
Este comentario es tenido en cuenta también por J. Campos quien señala que “Foulkes consideró oportuno puntualizar que si bien él originalmente adoptó la expresión group analysis para referirse a su propio trabajo con grupos, fue tan sólo, porque pensaba que Trigan Burrow, el primero en describir dicho método y acuñar el término, ya lo había sustituido por el de Philoanalysis. Posteriormente, y tras comprobar la falsedad de este hecho, le pareció más adecuado referirse a su propio método como psicoterapia grupoanalítica y reservar el vocablo Grupoanálisis como término genérico para referirse a todas aquellas teorías y métodos cuyos fundamentos resultasen esencialmente compatibles con los presupuestos psicoanalíticos y grupoanalíticos (J. Campos, 1998:21). Sea como fuere, poco importa quien puso el nombre; lo significativo, en mi opinión, es que Burrow apunta la idea filogenética en la cuestión de la psiconeurosis.
Siguiendo a Kadis podemos saber que Burrow encontró que todo el material verbalizado en el análisis individual era también verbalizado aún en grupos relativamente grandes. Encontró manifestaciones de relaciones de transferencia y mecanismos de defensa, así como otras dimensiones tradicionales del psicoanálisis individual. Creía que el mayor mérito del grupo era su potencial para la disminución de la resistencia del paciente al proceso de tratamiento [y] recalcaba el hecho de que el hombre no era aun individuo sino un organismo societario y que debía ser considerado como tal [e] indicaba la necesidad de poner en relieve el material inmediato, despreciando proporcionalmente las reminiscencias (1969: 22). La idea del hombre como individuo societario parece ir a la contra de la idea de la hipervaloración del individuo como ente aislado.
En cualquier caso, es interesante porque optó por dirigir su mirada hacia los elementos sociales que condicionan el comportamiento del sujeto y concibió el “Grupo Análisis” como método de estudio de la presión que esos aspectos sociales ejercen sobre el sujeto. Sus propuestas no son bien recibidas por todo el mundo ya que resultaron excesivamente rupturistas con la idea general del funcionamiento psíquico del individuo y porque, de alguna forma, sus aportaciones no fueron recogidas por el propio Freud con quien, a pesar de ello, mantenía una buena relación. De hecho, J. Campos señala que “(Freud) no hizo el menor esfuerzo ni en vida alentó a nadie a que se animara a poner a prueba las “verdades triviales”a las que él había considerado haber llegado. Las actitudes negativas que asumimos Freud mantuvo en contra de un análisis grupal en su propia institución, actitudes que sin duda la comunidad psicoanalítica como un todo ha heredado, merecen más atención que la que hasta ahora se le ha venido prestando. El problema es grave. Pues, siguiendo el argumento del telón de fondo, si una comunidad cultural se atreviese a hacer consciente lo que en ella es inconsciente y, en consecuencia, a sanar, se vería automáticamente aislada por la comunidad neurótica pero estadísticamente sana. Esto, por ejemplo, es lo que asumo sucedió con la Lifwynn Foundation de Trigant Burrow. (…) (J. Campos, 1998:118-119)
Posiblemente ésta sea una de las razones por las que ha quedado un tanto relegado, independientemente de su aportación, que sí fue recogida por S. H. Foulkes, ya que dos de sus primeros artículos fueron los que inocularon en él la idea del Grupo Análisis como forma de tratamiento (Foulkes, 1984: 13) El desconocimiento que tenemos de él posiblemente nos lleve a valorar otras aportaciones que han seguido presentes en el mundo de lo grupal y le han dejado un poco de la mano de Dios.
[1] Traducción del autor.
[2] Traducción del autor.
[3] “Hasta aquel momento (1952), existían tan sólo tres organizaciones formalmente organizadas en el ámbito de la terapia de grupo, todas ellas en Estados Unidos de América: “The Lifewinn Foundatin for Laboratory Research in Analytical and Scial Psychiatry” conocida también como The Lifwinn Foundation o, por sus suiclgas, TFL, funada en Maryland por Trigant Burrow en 1927; la “Society of Psicodrama and group psychotherapy” o S.P.G.P.; y la Group Therapy Association” o G.T. A., ambas fundadas en Nueva York. La primera por Moreno en 1942 y, la segunda, por Slavson en 1943” Campos, J., (1998), Una historia de la AIPG: hechos y hallazgos. Plexus Editores.
[4] Traducción del autor.