81) Vale, entiendo que todos debemos tener claras nuestras formas de actuar, lo que se nos pide y a lo que nos comprometemos, pero ¿cómo lo comunico?
Te recuerdo que estamos en la función higiénica. ¿Qué significa esto? Que el conductor tiene la responsabilidad de que todos sepan las reglas del juego y sobre todo que sea el primero en ceñirse a unas pautas de funcionamiento que van a tener que ser comunes. Ello significa que en las reuniones que vas a tener con los candidatos ya tendría que estar presente no sólo la idea de la posibilidad del trabajo grupal futuro sino además las del trabajo «grupal» que tú y esta persona, en el contexto de esta entrevista individual, vais a desarrollar. Exponer lo que se espera del otro (cada uno espera del otro algo, y habrá que explicitarlo) y determinar la forma en la que eso que se espera puede ser alcanzado, es responsabilidad del conductor. Y forma parte de esta función que, como puedes ver, contiene numerosas facetas.
Hay dos momentos que no deben faltar: el primero es el de la entrevista individual. Ahí, y más allá de lo que Kadis et al., nos dicen en relación a que se recomienda que el terapeuta entre en detalle acerca de la mecánica y de los procedimientos del tratamiento de grupo. La hora, la duración, la frecuencia y día de la semana deben comunicarse claramente, así como cómo llegar a la reunión, qué tan temprano puede llegar el paciente, la forma de dirigirse a los compañeros, y si el terapeuta estará o no cuando lleguen los pacientes. (1974: 83-5), es la ocasión para informar de las normas del grupo y de los compromisos que se adquiere. El segundo momento es la primera sesión del grupo.
En efecto, una vez los hayas convocado, en la primera sesión de grupo en la que están todos (aunque en ocasiones alguna persona, por las razones que sean, puede fallar, o llegar más tarde), comienzan a suceder cosas. De entrada fíjate cómo ya están en funcionamiento varias de las funciones de las que hemos ido hablando: la convocante, la teorizante, y ahora vuelves a remarcar la función higiénica. Si hacemos caso a Vinogradof y Yalom, en su texto del 1996 nos dicen que el terapeuta debe:
Pues bien, siguiendo esta misma línea deberías decir de forma clara y sencilla cosas como:
Estamos aquí para ir aclarándonos con relación a las dificultades que todos tenemos. Esto significa que venimos a hablar, a contarnos nuestras cosas, air conversando para ver qué nos sucede, qué dificultades puede haber entre nosotros, a compartir lo bueno y lo no tan bueno de nosotros. Sería muy deseable que no pusiéramos traba alguna a lo que vayamos a decir y que nos permitamos la libertad de hablar de cualquier tema, tanto personal, político, religioso, social, económico, como familiar e íntimo. Y si bien no estoy para hablar de mis cosas, sí participaré con el mayor compromiso y desde mí mismo, es decir, tal y como lo siento.
Fíjate que el tema es poder establecer unos principios de trabajo que nos aseguren, en la medida de lo posible, que todos los entendemos y que estamos al corriente. En las entrevistas individuales en las que esto ya se ha podido decir, siempre mantienen una cierta variación: hay cosas que no se acaban de explicar, o que no quedan suficientemente subrayadas, o sencillamente que se dicen de forma diferente a cada uno. Por esta razón es importante que todos compartamos un mismo discurso, un mismo planeamiento y que si hay alguna duda, ésta sea resuelta ante todos. Y esta forma de trabajar se distancia un poco de la tradicional. No hay que olvidar que tenemos una larga tradición de asistencia “médica” (entre comillas, claro) en la que el galeno era quien decidía lo que había que hacer y el paciente poco más que acataba la situación. Y ciertamente en lo que atañe a la intervención médica como tal, poco hay que decir: en la mayoría de las situaciones, seguramente debe ser así. Si bien he tenido la oportunidad de conocer grandes profesionales de la salud que mantienen una relación con el paciente de la que muchos deberíamos aprender. Ahora bien, y sabiendo que no muchas personas coinciden conmigo, creo que en el terreno psicológico debe ser diferente. ¿Por qué? Porque nos basamos en la colaboración del paciente para salir del atolladero en el que éste se encuentra. Y si no contamos con su más completa colaboración poco vamos a poder hacer. Y si no tomamos en consideración que el otro también tiene sus propios criterios (independientemente que sean correctos o no), más posibilidades tenemos de que se estructuren resistencias importantes al tratamiento del grupo. Valiente nos dice, con buen criterio, que las resistencias iniciales (nacen) del hecho de que todos vienen con el modelo médico y de la perturbación emocional que significa comenzar un grupo de psicoterapia (1987:27-8) Esta tónica culturo-asistencial debiera modificarse
Con una información de este porte y, sobre todo, con una actitud por tu parte, Lola, más cercana que no por ello trivial, pretendemos preparar a los pacientes para que se reduzca el número de abandonos, y aportarles un marco de seguridad en el que desarrollarse. Sutilmente pero de forma evidente, has comenzado a introducir una cuarta función: la verbalizante. Aquí has hablado, has comentado lo que quieres hacer, lo que les pides a todos, y lo que no aceptas: hay un pacto de no agresión. Esto indica que en la función verbalizante aparece un punto límite: la no agresión ya que ésta supone pasar del hablar de las cosas a actuarlas.
La función higiénica busca que la existencia de normas y de compromisos forme parte de las relaciones de interdependencia que siempre establecemos entre nosotros. El ponerlas sobre la mesa no garantiza su cumplimiento, pero sí facilita que podamos pensar sobre ellas, ver cómo cada cual se coloca frente a los compromisos adquiridos, considerar cómo pueden ser modificados y en base a qué, y colocan al paciente y al profesional en un plano bastante más horizontal.