115) Ya, pero la situación es compleja. Tras unos días de trabajo intenso, parece que estamos cansados y hay como un apagón en la actividad grupal. Apareció un comentario sobre el tiempo que llevaban. Pero independientemente de esto, detecto un malestar, una especie de desazón porque el grupo no avanza, no acaba de ayudarles… y sobre todo se respira un cierto malhumor. El otro día sucedió, además, que dos personas se levantaron del grupo para ir al cuarto de baño. Me sentí mal porque percibía una conexión entre el ambiente del grupo y su salida al cuarto de baño… ¿Qué hacer en estas circunstancias?
Ante todo no ponernos nerviosos. En ésta, como en muchas otras situaciones, te estás encontrando con lo las resistencias al trabajo grupal. Unas tienen un claro componente actuador, mientras que otras son más de la relación o de la actitud de las personas o el grupo al trabajo colectivo. Y mira, si alguien debe ir al aseo, es mejor que vaya. Después, tiempo habrá para hablar de ello. Dices que percibías algo, ¿preguntaste al grupo si ellos percibían algo similar? Y si no lo hiciste, ¿por qué? Dices que se respiraba una atmósfera de malhumor, ¿qué es eso de malhumor? Estamos en momentos del grupo que calificaría de «meseta». Se están trabajando muchos aspectos personales y a veces, entra como la pájara, como si uno estuviera un poco harto del trabajo que se realiza, incluso un cierto enfado y susto por las modificaciones que se están dando. Ese malhumor, ¿a qué se debe? Señalas que te sientes mal por lo que debo pensar que te crees como «responsable» de algo que falla. ¿A qué lo atribuyes? ¿A tu juventud y poca experiencia? Vale, de acuerdo, aceptémoslo como algo posible. Pero mira: la mejor manera de resolver las fantasías de omnipotencia colocadas sobre ti es declararte no-omnipotente. Abandonar cualquier idea de que lo debes saber todo y trasladarles a los compañeros del grupo esa misma situación. Por otro lado dices que «el grupo no avanza», ¿qué querrá decir eso? Posiblemente sea un sentimiento que nace de algo del grupo, ¿qué tal si lo vas averiguando? Y me haces pensar en que también aparecen pensamientos en relación con el fin del tratamiento.
Comentamos de la situación transferencial como señalara Foulkes, la «situación t». Y también hemos hablado de los mecanismos de comunicación psíquica entre los que la idealización y la identificación proyectiva jugaban un rol importante. En ésta última se daba una circunstancia que de alguna manera obligaba al otro a actuar o a sentirse de tal modo y con tal intensidad que generaba una necesidad de actuación. Aquí vemos otro proceso de actuación, si bien en este caso es lo que habitualmente se interpretaría o entendería como «acting out». Ello consiste en que en el lugar en el que cabría el habla se coloca la actuación, el hacer algo. En este caso alguien siente la necesidad de salir del grupo y dejar fuera de él algo que no puede dejar dentro. Y, más allá de necesidades perentorias, bueno es que vayamos aprendiendo a introducir en la corriente del pensamiento estas cosas que, aparentemente, no pertenecen a él. ¿Qué es eso que no podía dejar en el grupo? ¿Qué pone el grupo en esta persona para que lo lleve fuera? ¿Qué juego se establece entre las personas que salen, como subgrupo, y el resto del grupo? ¿Dónde te colocan o te sientes colocada? Cuando las personas no podemos seguir con los procesos de pensamiento, pasamos a la actuación. Mira si no las guerras. Y en el ejemplo que aparece podemos realizar varios cortes, a discreción del conductor.
El trabajo en un grupo gira mucho en torno a las resistencias que tenemos en vincularnos con los miembros que lo componen, individualmente cuanto en el contexto del grupo; ya que dicha vinculación genera la fantasía de fusión y, por lo tanto, de pérdida de la individualidad. En las situaciones en las que el individuo vive la relación como si se fusionara con el otro y, por lo tanto, su identidad tiende a perderse, a diluirse, reacciona de forma que esa identidad no se pierda. El acting out (o el acting in) son dos de las formas mediante las que el sujeto, ante el temor a perder los límites de su personalidad o al percibir que los está perdiendo, activa para preservarla. Es en el grupo el lugar más adecuado para comprender qué está siendo expresado a través de ese «salir del grupo». Slavson habla de patrones de resistencia al trabajo entre las que señala los siguientes: Ausentismo, Tardanza, Desplazamiento, Desviación, Comunicación planificada, Pensamiento asociativo, Distracción, Incongruencia, Brusquedad, Silencio selectivo, Silencio general, Pasividad, Estereotipia y Acting out (:147-50). En este sentido y más allá de las características de quienes presentan de forma más clara tal resistencia, cabría preguntarse qué juego realiza tal fenómeno en el conjunto de procesos grupales.
Valiente nos indica que debemos diferenciar lo que son resistencias iniciales de las que se organizan a lo largo del tratamiento: Conviene diferenciar las resistencias iniciales que son más comunes, generalizadas e inespecíficas, de lo que son las resistencias que aparecen a lo largo de la evolución del grupo que son más específicas y derivadas de las necesidades defensivas del yo. (1987:27). Las primeras, de las ya hemos hablado anteriormente, nacen del hecho de que todos vienen con el modelo médico y de la perturbación emocional que significa comenzar un grupo de psicoterapia (1987:27-8). Ello supone que la actitud que se acostumbra a tener delante de las dificultades es la que conlleva la existencia de un profesional que “sabe” como arreglar esa dificultad. Fíjate cómo aparece un cierto desligarse del problema, como si éste proviniera de un agente patógeno externo al organismo.
Una resistencia al trabajo grupal que también menciona Nitsun como elemento antigrupal es la vivencia de unidad. Esta idea ya ha aparecido repetidamente en el contexto de esta entrevista. Fíjate que en la medida que, como dice Valiente también hay resistencias del grupo como unidad: “Todos somos iguales”, “el grupo va muy deprisa” “me siento mejor en silencio” (1987:32), lo que emerge es un alejamiento de la corresponsabilidad individual en la interrelación entre quienes formamos, justamente el grupo. Por otro lado, el mismo Valiente nos señala que existen otra formas de resistencia (que) aparecen más directamente relacionadas con la estructura de personalidad y las formas de relación de objeto (1987:79). Como verás, algunas de ellas ya venían descritas por Slavson. Dice Valiente, unas pueden ser individuales: una posición pasiva o de desinterés: “esto no va conmigo”; faltar a la sesión; esto no es lo que quiero; la transferencia como resistencia; el acting out como resistencia. Y otras colectivas: silencio; temas repetitivos; excesiva disposición de todos hacia otro; aparición de los historiadores del grupo; deseos de incluir al terapeuta como uno más. Ahora bien, si consideramos que el grupo es la resultante de las interdependencias que se establecen entre quienes estamos implicados en él, habrá que irse formulando sobre la función que tiene en el contexto de la vida del grupo, de las relaciones entre los miembros, de los temores a su progreso…
Muchos de estos patrones tienen una clara connotación de «salir de», es decir, de ausentarse de la comunicación que se establece entre los miembros del grupo, bien a través de una actuación o a través de conductas o actitudes que parecen ir dirigidas, como diría Nitsun, a oscurecer o a detener el trabajo grupal.
Rutan y Stone ponen el énfasis en el trabajo continuo, y que pretende incrementar en los pacientes la capacidad de autoexaminarse sus propias conductas, comprender sus propios conflictos y áreas de vulnerabilidad, en interpretar su propia conducta así como ayudarles a desarrollar sistemas de defensa y de adaptación más flexibles y variados a fin de protegerlos de la ansiedad que perciben al tiempo que se incrementan los niveles de intimidad con los demás y el acceso a sus propios potenciales [1](:96). Con ello lo que indican es que el trabajo que realizamos en el espacio grupal no queda acotado a determinados hechos o determinadas situaciones que pueden aportar los miembros del grupo, sino que se extiende a todo lo que significa la relación lo que, aplicado a la situación en la que nos encontramos con la salida al cuarto de baño, nos debe ayudar a entender qué está sucediendo en el grupo en estos momentos. Ahora bien, si bien la comprensión individualizada puede darnos algunas pistas sobre las razones de una persona, lo que interesa más es ver el significado de ese comportamiento individual en el grupo en el que estamos, en el aquí y ahora del grupo, en la relación con el resto de las personas y en relación con otras «salidas», pequeñas fugas que estas personas ofrecen en sus vidas cotidianas.
Salir al cuarto de baño, permanecer callado, tener una actitud pasiva, ausentarse, distraerse…, todas estas señales de las que nos alertaba Slavson guardan mucha relación con los afectos que se viven en el grupo. También podemos incluir la idea de finalización del tratamiento que alguien señalaba en el mismo contexto. Algo acaece que busca una válvula de escape. Y, estas válvulas, como en las ollas a presión, tienen una función también protectora. Pero ¿de qué? Aquí, como en los procesos de Identificación proyectiva, se encuentran datos que o no puedo escuchar o ante los que me debo alejar, ni que sea momentáneamente, para poder seguir estando en el grupo. Alguna idea de intensidad afectiva elevada me puede llevar a «salir del grupo», airearme, oxigenarme, o constatar que sigo siendo yo. O a sacar el grupo de una situación que me puede llevar a hacer frente a aspectos personales más significativos. La comprensión de los fenómenos es compleja y todo el grupo debe poderse ver implicado en ella.
Y es compleja, como complejo es el proceso de modificación a través de esta Función de verbalizar lo que sucede. En ocasiones aparece el cansancio, que nos indica lo costoso que representa un cambio, y también aparece la búsqueda de funcionamientos anteriores, regresivos, como manera de evitarlo. También habla de cómo la actuación suple la verbalización en un proceso que complica la simbolización de lo que ocurre. E igualmente habla de la marcha, del abandono del trabajo, bien por finalización del mismo o por el cansancio que proviene de los cambios que se van dando.