4) Entiendo que es un planteamiento diferente. ¿Dónde reside o colocas la diferencia en la conceptualización del grupo?
Muy sencillo, Lola. La psicología social no presupone la existencia del grupo por mucho que lo tengamos a nuestra vista. Pide que definamos antes qué entendemos por ello y a partir de ahí, definen eso llamado grupo. Esto es absolutamente lógico. Y los clasifican de diversa manera –por tamaño, tipo objetivos, duración, etc. –y en consecuencia tratan de ver qué es lo que sucede en general en sus dinámicas, qué sucede entre las personas que lo constituyen, etc. No consideran (porque no es de su incumbencia) la influencia que sobre ese objeto llamado grupo tienen las características particulares de quienes lo constituyen. Como tampoco la finalidad ni si esta finalidad se alcanza o no; como mucho el objetivo terapéutico entendido más como el resultado de unas dinámicas que desde una perspectiva psicopatogénica. Buscan saber y describir, y eso lo podemos entender y aceptar, que dinámicas, qué movimientos suceden dentro de eso que se llama grupo. Y parten de una concepción en la que lo que importa es aquello que podemos observar y hasta medir de alguna forma. Pueden tratar de valorar la importancia del estilo de dirección, o la forma cómo se establecen las pautas de comunicación entre los diversos integrantes del grupo, pueden pensar en qué roles emergen. Pueden plantear dinámicas grupales, es decir, ejercicios que ayuden a que los miembros se conozcan un poco más, o que se organicen en torno a objetivos concretos. Por ejemplo, plantean sistemas para determinar qué miembro es más valorado, o más aceptado por los demás; o incluso mediante la famosa ventana de Johari, determinar qué se sabe de quién y cómo hacer para que todos sepan mucho de todos. Valoran la sociometría del propio grupo y demás. Todo lo demás les suena a chino.
Para mi, el ser humano siempre es producto de la unión de dos personas, aspecto éste que luego se amplía: es un ser necesitado de la relación con los demás para constituirse como tal y dejar de ser solo el cachorro de la humanidad. Esa necesidad es tan básica como que es a través de ella que somos capaces de poder pensar, hablar y transmitir lo que pensamos y queremos. Considero que el enlace, el vínculo entre madre-hijo es el embrión de lo que podríamos llamar aparato de digestión mental. Este aparato nace y se desarrolla a partir de la interacción con la madre, y se expande a partir de las relaciones que tiene con los demás. Es decir, se inaugura con esa relación y se va ampliando con la figura del padre y demás personas que lo van rodeando.
Este aparato mental que es relacional sí o sí, va a posibilitar no solo la elaboración de las vivencias que va teniendo diariamente sino la introducción de los aspectos que acabarán conformando su identidad. Ésta, no solo proviene de las diversas identificaciones con las que nos vamos constituyendo, sino de la elección de objetos de investimento afectivo, elección de zonas propias, y afianzamiento de la valoración que obtiene de los demás. Ese tener abuela es importante en el refuerzo de la autoestima. Y esa identidad apreciada y valorada por su entorno va fructificando y reevaluándose a partir de las relaciones que va a ir estableciendo con amigos, compañeros del colegio, y así hasta que llega el final de sus días. Es un trabajo de coconstrucción permanente. Y en todo este proceso de la evolución individual aparecen los diversos grupos a los que uno va perteneciendo, formando parte, siendo uno de sus miembros.
Esto que es lo que sucede de forma individual, les sucede a todos los seres de la tierra. Aquellos que conviven en un mismo contexto geográfico y político disponen de parecidos objetos de investimento afectivo a los que llamamos objetos adecuados de externalización, porque lo que se externaliza es algo que va un poco más allá de los elementos íntimos o personales: son más comunes, por lo que podemos considerarlos sociales. Esto es lo que aúna a los grupos grandes, en especial aquellos de tamaño enorme a los que llamamos sociedades.
Pero volvamos al tema que nos ocupa.