Alejandra Vallejo-Nágera
El segundo texto que encontré en mi paseo ocasional por la librería, se titula “Tribulaciones de una madre sufridora”. No está mal como título. Lo publica Ed. Temas de hoy, S.A. Y la verdad es que no sé muy bien cómo tratarlo. Es un libro fácil de leer. A través de sus 223 págs. , va desgranando las tribulaciones de una madre ante sus hijos, Nela y Javi. Calificaría el libro de simpático, familiar, cercano. El clásico libro que se compra para leer algo que no genere muchos dolores de cabeza. Al tiempo que nos permite ver en otro, situaciones similares. Pero es un libro que destila impotencia. Narra con facilidad de pluma, situaciones que no son inhabituables en las familias de nuestra cultura y época. Y se percibe con mucha claridad la impotencia con la que afrontamos muchas de las situaciones de la adolescencia. Y uno percibe las grandes diferencias que existen entre culturas y situaciones
Pero he echado en falta algo. He encontrado a faltar la reflexión de una profesional, como sin duda lo es Alejandra Vallejo-Nágera. Algunas ideas que permitan ayudar a comprender la sensación de impotencia con la que los padres nos sentimos ante la educación de los hijos, ante su desarrollo, ante su adolescencia. Si al final de cada capítulo hubiese aparecido una reflexión, a modo por ejemplo, de una conversación con su marido, o con otras personas tratando de comprender la vida de unos niños que se mueven con parámetros tan distintos a los nuestros, en este caso, el libro hubiese sido, a mi modo de ver, excelente.
Pero, en cualquier caso, la frescura del libro, permite trazar más de una sonrisa y también el relativizar muchas de las situaciones con las que nos encontramos a diario. Los padres estamos muy carentes de espacios de reflexión y comprensión de lo que les sucede a nuestros vástagos. Nos sentimos perdidos muchas veces; por esta razón, el libro permite enriquecernos con la idea de la universalidad de nuestras tribulaciones. Con la idea de que en todas partes cuecen habas. Y esto, aunque parezca poco, ya es mucho.
Dr. Sunyer